CARTA A LOS DISCÍPULOS - DESDE EL AIM 22 DE JUNIO DE 1995 (CD-8-95)
Mensaje en el Día del Sat Chellah
En cierto modo soy ahora un hombre que mira por la ventana.
La historia la leí en mis años de estudiante, en algún libro de literatura energética, de los que me recomendaba Don Abel Velilla, un exiliado Catalán con vuelos de gran político y hombre de empresa, venido a menos por la guerra civil española y llegado a más por la admiración de sus alumnos en su cátedra de profesor de la Escuela Nacional de Ventas y Publicidad en México.
Se trata de un hombre que llegaba todos los días puntualmente a una amplia oficina de una gran empresa y se dedicaba a mirar por la ventana más allá de los jardines y los edificios de la compañía.
Todo fue bien hasta que alguien descubrió que cobraba sueldo de vicepresidente y se le ocurrió investigar qué clase de trabajo hacía. Nada, se dedicaba a mirar por la ventana, según contestó cuando se lo preguntaron. El asunto escandalizó al clan de los altos ejecutivos de la organización y ellos pidieron explicaciones al dueño de la empresa que era quién lo había contratado.
-Este hombre hace ganar más dinero a la compañía que todos ustedes juntos, -contestó el jefe-; mientras ustedes tratan de organizar los departamentos que dirigen para que sean eficientes, este hombre observa a la empresa como un organismo completo actuando en el concierto de la industria y del comercio y nos señala imparcialmente sus aciertos, sus fallas, y sus limitaciones y oportunidades, dentro del proceso mundial. Eso nos permite vernos desde fuera y nos ayuda a responder a las necesidades reales de la demanda, de acuerdo con nuestras verdaderas posibilidades y desde los espacios más ventajosos.
Esta es una parte de mi trabajo en estos tiempos.
Otro de los trabajos que hago es el de abogado del diablo. Esta profesión la utiliza la Iglesia para probar a fondo si algún candidato a la santidad tiene méritos suficientes. Se nombra a un dignatario del clero para que refute todos los actos santos, los olores de santidad y hasta las santas intenciones del futuro santo, para que no resulte ser un santo de pega.
Bueno, pues a veces yo me arrogo el odioso oficio de señalar defectos de procedimientos iniciáticos, privados y hasta devocionales que se soslayan en nombre de la fraternidad y de las conveniencias particulares o institucionales. Es algo así como el oficio de destapar alcantarillas. Ni modo. La ventaja es que no faltan Abogados de Dios que han leído el libro de Dale Carnegie titulado “Cómo ganar Amigos e Influir sobre la Gente” y eso equilibra las cosas.
Y ya en el plan de comenzar este Mensaje “caminando sobre las aguas” -la Sangre, el sudor y las lágrimas- les cuento que también me dedico a hacer chistes y bromas a mitad de los asuntos sublimes, solemnes y esotéricos, y a veces dejo pensativos a quienes me escuchan, pues no saben si les estoy tomando el pelo o les estoy enseñando algo valioso.
¿Qué piensan ustedes ?
Me dedico a mirar por la ventana mientras viajo por el mundillo acuariano de la Fraternidad y de la Orden, o cuando estoy en algún ashram. Esto me permite tener una visión global de nuestro trabajo para ubicarlo dentro del conjunto social e histórico de la época que estamos viviendo. Me doy cuenta de que existe la tendencia a regionalizar o personalizar lo que se hace, olvidando las necesidades de la Institución como conjunto en su función social. Por otra parte, al mirar por la ventana, contemplo el panorama del extraordinario mundo que nos está tocando vivir en estos tiempos y pienso que este es el mejor momento de la historia de la humanidad, en primer lugar porque es el que estamos viviendo y porque es en el único instante donde podemos tener alguna influencia. En segundo lugar porque nunca antes tuvimos tanto como tenemos ahora, independientemente de que, en lo eterno, sigamos siendo lo mismo. Ningún potentado, rey, sacerdote o guerrero triunfante tuvo siquiera la oportunidad de entrar a un supermercado y escoger lo que le diera la gana como lo hace hoy cualquier hijo de vecino, para no hablar de aviones, medicinas, teléfonos, computadoras y multitud de otras cosas, aparte de las que vendrán.
El oficio de abogado del diablo es necesario en un ambiente donde menudean las respetabilidades, las honorabilidades, las reverencias y las venerabilidades, que establecen, de antemano, la intocabilidad. En la Fraternidad y en la Orden, como en todas partes donde hay Seres Humanos, se cuecen habas, y hay que cuidar que las habas no se quemen y produzcan incendios en la cocina, o por lo menos dejen mal olor. Es necesario ser estricto con todo lo que presupone confianza sin fiscalización. Personalmente, he manifestado mi acuerdo con el establecimiento del Muy Honorable Cuerpo Colegiado que, al englobar la opinión de toda la Jerarquía Iniciática, tiene capacidad para evaluar y sancionar los actos de los Maestros. Es muy tentador el absolutismo porque nos quita la responsabilidad individual de las decisiones, pero al mismo tiempo es muy peligroso porque nos ata en conjunto a los errores de un jefe omnipotente. En la realidad no hay absolutos y la mejor forma de prevenir errores es la del consenso de quienes representan lo mejor de la conciencia del conjunto, sin que esto tampoco sea una solución infalible. Solamente disminuye los riesgos.
He declarado abiertamente mi repudio a los errores ocultos, pero también he declarado públicamente mi disposición para ayudar a corregir los errores declarados con honestidad.
A veces resulta más difícil aceptar los errores y pedir ayuda que tratar de ocultarlos con otros errores. Y eso en cuanto se refiere a errores, pero hay otros hechos que no son errores, sino abusos de confianza, o delitos que deben de ser corregidos de acuerdo con las leyes de cada país, además de las sanciones señaladas explícitamente en los estatutos o tácitamente aceptadas en la conducta de las damas y los caballeros agrupados bajo la bandera de la Sagrada Tradición Iniciática, cuidando de no ir a los extremos del puritanismo ni la mojigatería. Lo que sirve a la evolución de la vida es bello y es bueno, lo que degrada a la vida es malo y es feo, sin exageraciones.
Tal vez es en este punto donde hace falta el humor con buen gusto, porque también el humor puede tener mal gusto, vistiendo de colores vistosos a la simple vulgaridad y a la envidia.
Pero no es el humor en este sentido el que uso en mis bromas y chistes cuando explico asuntos subjetivos, sino el humor que pone barreras amables entre lo sublime y lo ridículo, porque “de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso” y de la solemnidad al fanatismo ni siquiera hay ni un paso, pues los fanáticos toman muy en serio lo que piensan o hacen. Tal vez por eso decía Lin Yu-Tang que es necesario un poco de humorismo para soportar la condición humana.
Mis bromas y chistes, dichos con seriedad, e intercalados entre asuntos muy serios hacen tan evidentes las contradicciones que quienes me escuchan tienen que ponerse a pensar qué es lo cierto y qué es lo falso. Así, adoptan una actitud consciente y evitan caer en la creencia o en la fe “porque lo dijo el maestro”.
Todos estos no pasan de ser trucos del oficio de disipar tinieblas haciendo que cada quien avive el brillo de su propia luz con su consciencia.
Necesitamos formar elementos conscientes, pues, de un modo o de otro, ya todos los que aspiramos a la Iniciación Real pasamos por la fe y las creencias en los últimos dos mil años.
No se trata, tampoco, de olvidar la fe o de cambiarla por la consciencia, sino de desarrollar la conciencia para poder más adelante reconciliarla con la fe y adquirir la sabiduría.
Desde estos tres ángulos, del hombre que mira por la ventana, del abogado del diablo y del humorista, confieso que vamos bien como institución y que los perros están ladrando porque seguimos avanzando. Ahora los ladridos ya no son feroces, sino políticos. Por ejemplo, el Chandrabalismo.
En una revista argentina de Yoga apareció un artículo con este nombre para dar a conocer que un señor muy importante en asuntos de yoga había reconocido al Mahatma Chandra Bala como Maha Avatar, reconociendo que tenía en “Suramérica” miles de seguidores, bajo la denominación de Gran Fraternidad Universal, “motivo por el cual se les apodó Gefucis ...” (!!!)
De ahí en adelante el profesor F. Estévez Griego, que firma el artículo, aprovecha para hacer un análisis histórico de los Gefucis, en términos Budistas manejados en Sánscrito que hacen que las pifias parezcan detectadas desde muy altos niveles.
En fin, se trata de amarillismo esotérico que solamente beneficia a quienes saben que lo bueno no es noticia.
La ventaja es que la Gran Fraternidad Universal está inspirada por una Orden de Iniciados que no están terminados y todavía pueden hacer mucho para actualizar el Yoga y otras líneas de desarrollo humano y trascendental, de acuerdo con las necesidades de la humanidad de nuestros días.





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