Entre la Verdad de Ser en la unidad y la Realidad de estar en la diversidad de lo humano, el problema del Ser Humano está en encontrar un punto de equilibrio, consciente y a la vez dinámico, como punto de apoyo para tomar decisiones frente a las circunstancias cambiantes de su vida. Este punto de equilibrio, o centro, es su propia Alma, como conjunto de experiencias que le dan características distintivas en la diversidad sin perder su unidad original. Todas las enseñanzas, disciplinas y objetivos de la Tradición Sagrada y Real de los Iniciados parten en este principio, implícita o explícitamente. 




El Alma, como conjunto de experiencias, genera la conciencia y la conciencia es la que puede establecer la integración del Ser y de lo Humano sin desvirtuar la unidad del Ser y la diversidad de lo humano. Este concepto debe ser entendido sin fantasías sentimentales ni delirios místicos. El Alma, en primer lugar, es material y produce conciencia sensorial, cerebro espinal. Puede experimentar la materia por medio de su materia y sacar conclusiones con respecto a ella, por contraste y comparación, en relación con el espacio y el tiempo donde se manifiesta como forma y existencia. Sin embargo, como la materia es energía concentrada, el Alma también es dinámica y puede darse cuenta de que lo que sirve a la Vida y la enaltece es bueno y es bello, y lo que la entraba o degrada es malo y es feo; es decir, que adquiere conciencia valorativa, ética y estética, sin perder su condición sensorial. Además, como la materia y la energía existen y cumplen su razón de ser dentro de un plan inteligente regido por leyes universales, el Alma también produce conciencia intelectual, racional y lógica, integrándola a la conciencia sensorial y moral. Como consecuencia aparece la conciencia mística, la conciencia espiritual de unidad en la diversidad, que da la base a la conciencia de unidad trascendental, entendida como Samadhi, Satori, Iluminación, o sus equivalentes, según la época y la geografía donde se dé este acontecimiento.




El SMA nos recuerda el conocido planteamiento de tesis, antítesis, síntesis y Mathesis, como base para la experiencia trascendente. La Tradición Iniciática habla de elevar el Alma y la conciencia, para adquirir una panorámica más amplia de la Realidad y un mayor acercamiento a la Verdad. De hecho, la didáctica Iniciática se fundamenta en el desarrollo y la expansión de la conciencia. La autodisciplina, el servicio impersonal, el estudio, la meditación y el ceremonial tienen ese objetivo, lo mismo que las palabras de pase de cada grado. El esoterismo, las ciencias experimentales, las ciencias sagradas, las artes, las técnicas ascéticas, las disciplinas académicas y las tradiciones místicas solamente sirven para afirmar y elevar la conciencia, desde el ángulo de la Iniciación Real. 

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La dicotomía del poder y del Ser se resuelve en el centro del Ser Humano, en su Alma y en su conciencia. La didáctica iniciática debe de fundamentarse en la afirmación de la dignidad humana individual y en la responsabilidad de Ser en todos los Seres. En lo humano, la aceptación de lo contrario debe de convertirlo en complementario y dinámico. En el Ser la aceptación de la unidad obliga a la aceptación de la responsabilidad sobre sí mismo y sobre todos los demás. Nada está aislado de nada y cada quien debe de ocupar el lugar que le corresponde, de acuerdo con las experiencias acumuladas en su alma y reflejadas en su conciencia. En Iniciación Real, la mejor forma de integrar los esfuerzos individuales a favor de un objetivo común es de la Red, donde cada cruce de fuerzas opuestas forma un centro que se mantiene unido en sus cuatro brazos a todos los demás centros sin perder su centro individual. Es la Ley del Conjunto de conjuntos, como la llamó el SHM. Equivale al Nido del Ser, de Ken Wilber.

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La RedGFU, como Fraternidad, debe de mantenerse actualizada, tecnificada y abierta a los esfuerzos vanguardistas de la Humanidad. Como Orden debe de ser disciplinada, jerarquizada y estructurada como ejemplo de abnegación y servicio impersonal. Cada Grado, menor o mayor, está obligado a dar un ejemplo óptimo de honestidad, templanza, servicio y respeto, sin exigir ninguna preeminencia por su trabajo ni culpar a nadie de sus errores. 

Sat Arhat José Marcelli Noli

                                                                                                     


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